La historia reciente del Bajo Flores se encuentra íntimamente ligada a la de sus Instituciones y espacios comunitarios. Son una parte indisociable de la historia de cómo se fue formando, consolidando y creciendo el Bajo Flores. La génesis de la mayoría de estos espacios tienen un denominador común: la ausencia del estado que da lugar a la organización vecinal. Como sabemos, el Bajo Flores ha sido marginado (con pequeñas excepciones) de las decisiones e intervenciones gubernamentales desde que se constituyó como barrio en sí mismo. Desde los intentos de "erradicación" de los militares hasta la actualidad prácticamente no forma parte del ámbito geográfico de acción gubernamental de ningún tipo. Esto históricamente da y dio lugar a que los propios vecinos y vecinas tuvieran que resolver problemas que -en general- son responsabilidad del propio estado (infraestructura, provisión de servicios básicos, seguridad, salud, etc). Es por esto que los vecinos de Bajo Flores tenemos una enorme ventaja frente a los vecinos de otros barrios: nos podemos organizar comunitariamente para resolver casi cualquier tipo de problema. Esto ocurrió y ocurre, no sin inconvenientes, en casi todos los aspectos.
Frente al problema del hambre surgen los comedores comunitarios. Frente a la falta de espacios de contención y juego para niños surgen sitios en los que se brinda apoyo para los más pequeños. Frente a la falta de presencia de espacios de salud, los vecinos se organizan reclaman y consiguen la salita. Frente a la falta de oferta educativa para adolescentes, el barrio se organiza y exige a las autoridades la apertura de una escuela secundaria.
Los espacios comunitarios e instituciones barriales son una parte fundamental en la vida de quienes vivimos y transitamos el Bajo Flores. Es por ellos y a través de ellos que los vecinos comienzan a organizarse para garantizarse derechos básicos como el acceso a la salud, a la educación, al deporte, al ocio y a la seguridad alimentaria. Es a través de ellos que miles de vecinos juegan, se divierten, realizan actividades culturales, aprenden oficios, comen, se curan y estudian.
Los que vivimos y atravesamos el Bajo Flores hemos asistido a los cursos de formación en COOPA, recurrimos al Cesac 20 (o algún otro CeSAC) para ser atendidos, participamos de los talleres artísticos del Barrio Rivadavia, asistimos a la Fogata de San Juan organizada por el EMN N°3, tomamos la comunión en Madre del Pueblo con el Padre Gustavo, Pedro o Martín y comimos en alguno de los comedores comunitarios del Bajo Flores y paseamos por la Feria de Bonorino los domingos. Allí se encuentra la esencia de nuestro querido barrio.
Ésta es una parte central de la historia del Bajo Flores. Aquí algunas placas de lo que fueron, de lo que son y lo que serán los motores del Bajo.












INICIOS DE LA ESCUELA EEM °3 DEL 19 - CARLOS GENISO (conocida como EMEN 3).
Testimonios extraídos de charla con Eugenio Perrone (primer director de la escuela EMEN 3)
Era el año 1995 y Eugenio Perrone estaba sin trabajo. De repente recibe una llamada de Alberto Sileoni (actual Ministro de Educación de PBA y ex Ministro de Educación de la Nación) que le dice “Vamos a abrir una escuela en Bajo Flores, ¿Te animas a ser el Director”?.
Con temor, Eugenio Perrone aceptó. No tenía idea de que ese momento iría cambiar su vida ( y la de muchos otros) para siempre.
La primera vez que Eugenio visitó la Escuela Emen 3 apenas se veía la estructura de lo que luego sería el edificio. Estaba “el esqueleto”, dice Eugenio. Con el paso de los meses fueron cerrando las partes, crearon cuatro aulas, tres en plata bajo y una en un primer piso y “así empezamos” relata -emocionado- Eugenio Perrone.
La escuela había sido un reclamo de toda la comunidad del Bajo Flores pues escaseaba la oferta académica en el barrio y, entonces, un terreno baldío que existía sobre Agustín de Vedia fue tomado por los vecinos que reclamaron a las autoridades gubernamentales la construcción de una escuela secundaria.
“La primera inscripción (recuerda Perrone) fue en la puerta de la escuela. Había un portero, un sereno (armado) que cuidaba el establecimiento de noche”. Se anotaron 140 chicos para los cuatro cursos de primer año. Dos a la mañana y dos a la tarde, así empezamos.” Las clases arrancaron en abril de 1996. Tarde pero seguro. Con 140 alumnos y 2 meses de retraso arrancaba la primera escuela secundaria del Bajo Flores. Se trataba de un modelo pedagógico pensando desde el sur y para el sur de la ciudad. Una escuela de cara al barrio que contemplara las complejidades de las vidas del sur de la Ciudad. Estas escuelas proliferaron en los barrios populares de la Ciudad de la mano de enormes figuras pedagógicas como Norma Colombatto y el propio Eugenio Perrone.
“El proyecto de ese edificio era jardín y primaria. No era secundaria. Fueron los propios vecinos lo convirtieron en secundaria. O sea, hicieron el pedido y el gobierno respondió, dijo que sí”.
Ni bien asumió la dirección de la Escuela, Eugenio fue a visitar a los curas del barrio. Allí conoció a Ricciardelli y a Narcisi y como él mismo dice “una vez que los conocí, no me despegué más”. Los curas guiaron a Eugenio y le presentaron a los otros actores importantes con trabajo comunitario en el barrio: A Ninoska de Niños Felices por ejemplo y a Aldo (que también había llegado hace poco al Bajo Flores).
“Al principio hubo que movilizar varias veces a la municipalidad por cosas que necesitábamos” dice Perrone. Las organizaban los padres de la cooperadora y Niños Felices siempre ayudaba. “Cortábamos Av Rivadavia -recuerda Perrone- y en una ocasión una alumna (Cinthia Cari) le preguntó a los funcionarios ”Para nosotros computadoras no, porque somos villeros, ¿no? “. Palabras que dejan mudos a cualquiera.
La escuela fue un gran lugar de aprendizaje para Eugenio Perrone. “Como que nos íbamos midiendo. Nosotros a los pibes, los pibes a nosotros, ¿no? Qué se banca, qué no se banca, cómo se puede hablar, de qué manera no hay que hablar, no sé. Era aprendizaje mutuo, fuerte.” “Recuerdo a un alumno “Cartún”. Un pibe con muchas inquietudes. El me ubicó en el barrio y me enseñó muchas cosas.”
La escuela al principio estaba sobre Chilavert (en lo que hoy se encuentra el jardín) y luego se fue expandiendo. “En un momento nos planteamos la necesidad de que la escuela tuviera una guardería o jardín de infantes propio por la cantidad de alumnas que venían con sus bebes y eso también se logró y eso fue un paso importante” dice Eugenio.
Eugenio pasó nueve años de su vida como director del Emen. Desde el 96 hasta el 2005. En el medio existió la visita del único Presidente en ejercicio en visitar la ENM N 3 que fue Néstor Kirchner (foto). “Fueron años intensos de mi vida. Lo que me impactó mucho fue la muerte de pibes que venían a la escuela. Pibes del barrio. Eran pibes con polenta, brillantes en muchos casos, con ambición. Fue tremendo eso. Eran pibes que tenían un gran futuro.
En 2005 Eugenio emigró a otro destino (siempre en el marco de la educación) porque vio que “todo el proceso de armado de la escuela, terminar la construcción, fue todo un proceso en sí mismo que ya estaba terminado. Entonces ya era hora de hacer otra cosa.”
Eugenio recuerda estos años con muchísima emoción. El barrio lo recuerda a él de la misma manera. Nadie olvida los festivales por la vida que organizaron junto a docentes y alumnos en el EMEN, las caminatas de Eugenio por el barrio con el megáfono por las casas de los pibes que la policía había asesinado. Eugenio Perrone desde Bajo Flores solo queda agradecerte por todos los años que dedicaste tu vida y más a hacer del bajo un mejor lugar. Gracias por dejarnos enseñarte y enseñarnos.
Centro cultural Barrio Rivadavia
Allá por el año 1984 cuando transitábamos los primeros tiempos de la recuperación democrática irrumpieron en escena un puñado de Centros Culturales en la Capital Federal.
Estos espacios formaban parte del Programa Cultural en Barrios perteneciente a la Secretaria de Cultura Capitalina y la misma estaba a cargo de Pacho O'donell.
Dicho formato cultural era una experiencia extraída de España, que tenía una gran aceptación de parte del pueblo español
Los Centros Culturales barriales nacieron con el desafío de generar verdaderos espacios de participación, con el agregado de ser libres y gratuitos
Así fue que año tras año, se fueron sumando sedes en diferentes lugares y barrios de la Ciudad. En nuestro caso particular, en 1985 comenzamos a funcionar en Barrio Rivadavia.
En la actualidad y a pesar de muchas idas y vueltas, el Programa Cultural en Barrios continúa vigente y cuenta con más de 35 lugares de funcionamiento, siendo Barrio Rivadavia uno de los espacios mencionados
Escrito por: "El Oso" del CC B Rivadavia.


























































































































































































































































































































































































